Este fin de semana es largo para los barceloneses...mientras en La Aldea celebran una bonita romería del Rocío llena de folklore, devoción y alegría, yo me dedico a aprovechar un día adicional de descanso para mi mente cansada.
Ocurre que siempre que va llegando estos esperados días añadidos a unos fines de semana estandar, una imagina mil cosas que va a hacer con todo ese tiempo extra...como si en vez de 24 horas, ese lunes de no ver caras adormecidas en el transporte público de camino a la oficina, fueran a durar un mes entero (¿Y qué voy yo a hacer con tanto tiempo libreeeee???). Si anotara previamente todo lo que tengo previsto, ya me estresaría al terminar la lista y, seguramente, arrugaría la hoja de papel y me metería en la cama a descansar a ver si se me pasa la tontería.
Una ya es gallina vieja y trata de tirar fuerte de las bridas cuando la imaginación se desborda de esa manera así que, sabiamente, elije una única tarea con la que disfrutar de esas horas extras que el calendario tiene a bien regalarnos de vez en cuando.
Y llevo meses con algo que me ronda la cabeza...alguna idea que, como mosquito incordioso, pasa su zumbido cerca del oído para no dejarte dormir por miedo al "despertar con rascada" que te va a tocar vivir. En estos casos, yo enciendo la luz....observo las paredes de la habitación y me pongo a la caza (nada de procrastinar en estos casos....prefiero una noche en vela al ojo hinchado por la picadura al levantarme).
Siguiendo el símil del mosquito y las ideas incordiosas, este fin de semana he decidido cocinar para mí. La razón?...es doble; por un lado no perder la soltura en cocina que adquirí tras la protección del delantal de mi madre desde pequeña (la falta de práctica oxida muchas cosas....verdad?) y por otro....porque mientras corto, macero, pico, aderezo, salo, horneo, sofrío y demás.....mi mente juega con ese mosquito de las ideas para cazarlo, cocinarlo, rumiarlo y luego comérmelo.
Al igual que le pasa a mi gran amigo artesano de la madera...no puedo conocer de antemano el resultado. Según me cuenta él (y le creo porque me ha enseñado gráficamente las razones) puedes tener un maravilloso tronco en que trabajar, y tener a priori una idea de lo que quieres hacer,...pero empiezas a desbastar, a tornear...y vas encontrando pequeñas taras, nudos y contratiempos que te van haciendo cambiar el diseño original...y aún teniendo el exterior casi terminado...al vaciar la pieza encuentras carcomas en forma de corazón que te hace volver a cambiar el diseño para evitarla.
Lo mismo me ocurre a mí; primero voy al mercado para buscar el producto que más me llama la atención y voy dando rienda suelta a lo que cocinaré...pero mientras el mosquito con su zumbido va mareando mi mente, con la misma materia prima termina saliendo lo que sale.
Este amigo del que os hablo tiene la costumbre de poner fotos del antes y del después...hoy lo voy a imitar para que también vosotros veáis de qué hablo...sobre el final real de mis "ideas cocinadas" ya os hablaré otro día.
Bon apetit (alguno de vosotros ya lo habéis visto...un día prometo permitiros disfrutarlo...o "sufrirlo" según se mire).
La materia prima; producto comprado a los payeses de la zona que ponen mercado todos los sábados cerca de casa
Almejas al vino con ajo y perejil
Menú completo y emplatado
Nidos de judias verdes salteadas con jamon y pechuga de pollo macerada en tiras y a la plancha
(el corte en "spagetti de las judias me ha supuesto dos dedos "en tirita" para el resto de la semana)
Fajita de trigueros a la plancha con Jamon y langostinos cocidos
Estofado de pavo y verduras al estilo "mi casa"
Champiñones horneados al vino y jamón con dados de pollo a la plancha
Para los economistas os diré que con poco menos de 15 € de coste (contando carne y marisco, especias y demás aderezos) he hecho comida para un cumpleaños...y aún no está cocinado ni el brócoli ni las berenjenas que quiero gratinar con bechamel y queso.
Si queréis recetas..ya sabéis; solo tenéis que mandarme un mail (los secretos de mi madre solo los doy en petit comité)
