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sábado, 16 de noviembre de 2013

CUÁL ES EL PRECIO DE NUESTRAS ALAS? O EL MIEDO A DECIDIR

Ayer mismo quedé con una muy buena amiga a la que me unió una experiencia laborar tortuosa que, siempre que nos vemos, rememoramos con cierto humor a pesar de lo mucho que nos dolió la cabeza gracias a ella. Le tengo, mas que aprecio, verdadero amor por todo lo que sus palabras me enseñan, ayudan, arropan, y abrazan. 

Me asombra de ella su gran capacidad para tener claras las cosas a la hora de decidir...su imperturbable tranquilidad para ver rápido los porqués de todo y a otear desde fuera del bosque lo que, desde la nariz pegada al árbol, nos está prohibido entender.

Por desgracia me hace comparar su actitud y clarividencia con la de otros amigos, también bienamados, que constantemente te transmiten ese miedo a hacer tortillas por la cantidad de huevos que hay que romper.

Así que, camino de regreso a casa, no pude evitar hacer mis disertaciones sobre esa capacidad donada al ser humano para elegir entre varias opciones y decidir cómo va a ser su existencia a partir de tomar su opción vital.

A mi también me ha pasado...cada vez que tienes que tomar una decisión importante no sabes qué hacer, les das vueltas y más vueltas a las diferentes posibilidades con miedo a cometer un error y pre-visualizando lo peor que podría ocurrir. Así que, de repente, te encuentras estancado, frustrado y sin energías aunque con ganas de tomar la resolución para no alargar más la tortura....sin embargo sigues sin ser capaz de tomarla.

Las razones son bastante simples; por un lado, crees erróneamente que lo que decidas será para siempre...sin camino de vuelta si te equivocas y eso te da un miedo imponderable. O pretendes tomar el mejor camino que te asegure un resultado perfecto. Algunas veces mezclas estas tres cosas con la influencia de lo que otras personas piensan o esperan de ti.

Conclusión; No solo tienes muchas expectativas y presiones sino que encima necesitas saber predecir el futuro...Cuando se mira el bosque desde esta perspectiva se da uno cuenta de lo jocosa que es esta situación que nos paraliza.

Primero....en la mayoría de los casos cambiar de opinión es posible, no tiene por qué ser irrevocable y de por vida....no pasa nada si luego varías de forma de pensar o tienes que arreglarlo. Porque lo importante en sí no es la decisión, sino los resultados de ella...sus repercusiones, y si somos todo coherentes y maduros que debemos, no nos faltarán ideas ni recursos para afrontar esas consecuencias si no son las planeadas. Solo hace falta echar una mirada atrás para contar las veces que ya nos hemos encontrado en una situación no deseada y lo hemos sabido arreglar....lo que sería imperdonable es que, si nos equivocamos, no hagamos nada al respecto salvo lamentarnos.

Segundo....el número de razones que encuentras para hacer algo es inversamente proporcional a las ganas de hacerlo. Lo traduzco; cuando se quiere hacer algo de verdad y se está ilusionado con ello, sobran las razones así que, si te las das o las buscas, es señal de que no estás convencido.

Tercero....Si tienes miedo a tomar una decisión equivocada es porque no eres sincero contigo mismo...tu sabes bien lo que quieres o debes hacer....otra cosa es que quieras hacerlo; pero no confundas el tocino con la velocidad. Y si no crees esta última afirmación, te propongo un experimento.

Toma una moneda y lánzala al aire decidiendo de antemano qué harás si sale cara o cruz. ¿Qué ha salido? ¿Es lo que querías? ¿Cómo te sientes, aliviado o decepcionado? ¿Estás tentado a lanzar la moneda de nuevo a ver si cambia ahora el resultado?....Todos estos indicadores no hacen otra cosa que gritarte desde dentro lo que realmente deseas y esperas. Hazte un favor y escúchate a ti mismo pero, sobre todo, recuerda que no pasa nada si cometes un error (ello te servirá para aprender y mejorar).

Las personas que tienen miedo a decidir terminan dejando que sean otros los que les eximan de tener que asumir la responsabilidad de tomar un camino u otro (seguramente se dicen cosas del tipo "ellos tienen más experiencia"..."ellos saben más que yo"...). Dejan que la tradición decida, que la sociedad decida, que los políticos decidan, que decidan los sacerdotes y la familia...son los demás los que tienen que elegir para así librarse de la carga de las consecuencias.

Ya lo dijo un gran psicólogo que estudió la decidofobia:

Existen dos formas de evitar tomar una determinación: a) permitir que los demás decidan y b) dejar, simplemente, que las circunstancias  te lleven a la deriva a un punto que no hayas tenido que elegir.

Lo malo de tomar esta cobarde actitud es que terminamos sintiendo una honda desazón al ver que nuestra vida está a expensas de las circunstancias...que no tenemos ningún control sobre nuestra existencia y que, vamos y venimos, en función de lo que los dioses, los políticos o la familia tengan a bien desear independientemente de lo que nuestra propia felicidad nos susurre al oído.

Ojo...a veces no es cobardía sino una auténtica incapacidad sobrevenida por una vida de tradiciones que nos han anulado inconscientemente, un afán desmedido de perfeccionismo que nos produce un pánico atroz al fracaso, una obsesiva necesidad de agradar y de quedar bien con todo el mundo sin entender que eso es rotundamente imposible. O, sencillamente, una ceguera que nos evita ver que todo no tiene que ser blanco o negro sino que hay colores intermedios más adecuados a nuestros intereses y deseos

Todo tiene un precio en nuestra biografía....a veces volar es tan fácil como dejar de lado los convencionalismos o tan complicado como concienciarse de que uno es un abejorro que debería dejar de insistir en alimentarse con las flores de Tilo de la zona.

Me guste o no...creo que me va a tocar tomar una decisión importante en mi vida que quizás produzca alivio o decepción a alguien a quien adoro pero, como pasa en el ajedrez, a veces hay que sacrificar la reina para tener opciones reales de ganar la partida finalmente.

En cualquier caso...para aquellos amigos con pánico a tomar decisiones solo les dejo una reflexión; Para hacer tortilla no hay que romper huevos...son solo los cascarones los que hay que quebrar (ahhhhh.....y para nadar y guardar la ropa es indispensable al menos saber nadar; de otra forma la ropa que tratas de guardar solo te va a servir de mortaja cuando te hayas ahogado).