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sábado, 12 de octubre de 2013

UN ESPEJO PARA EL PATITO FEO

No he sido nunca una mujer demasiado presumida ni de las que se ha parado delante de los escaparates al pasar con el fin de ver si mi aspecto era el ideal. Esta falta de coquetería me hizo sufrir más de un enojo por parte de mi abuela que consideraba que nunca lucía los bonitos vestidos que me cosían,  ni mi pelo permanecía en su sitio después de diez de minutos de dar saltos por ahí divirtiéndome.

También puedo aseverar que los espejos en mi casa no son objetos importantes y que tan solo son usados en su justa medida aunque, de un tiempo a esta parte, yo misma estoy tratando de pulir con fuerza mi alma para poder convertirme en uno bien hermoso y mágico para mis amigos....raro; verdad??...creo que ésto requiere alguna explicación.

En esta sociedad en la que nos ha tocado vivir tendemos a homogenizarnos...a no destacar o a no sentirnos individualizados en una masa donde se nos juzga de forma negativa en la medida en que somos diferentes al conjunto que trata de pensar globalmente para el (supuesto) bien de todos. Por ello tratamos de no sacar los pies del plato, a no ser que nos sintamos lo suficientemente genios como para mostrar nuestra locura creativa sin miedo a la crítica.

¡Malos tiempos éstos para ser feliz si tenemos que aparentar, no solo que somos tan infelices como el resto del mundo, sino incluso un poco más aún para ser así admitidos formalmente en el "rebaño" y merecer la compasión por parte del resto de los individuos que lo componen!.

Y digo lo anterior con total conocimiento de causa por el tiempo que llevo advirtiéndolo entre esos amigos que empiezan a quererme precisamente porque les digo que deben olvidarse un poco de los demás para ser ellos mismos...aunque sea a costa de que el resto del mundo gire sobre sus talones para hacer como que no les ven. 

Pienso que es verdaderamente gratificante que llegue alguien a ponerte una mano sobre el hombro y explicarte que ser particular, como el patio de mi casa, es lo único que nos hace sentirnos bien con nosotros mismos cuando la gente, con la que habitualmente "alternamos", se retira a dormir cada noche sin importarles para nada si tuviste un buen día o si hay alguna pena dentro de tu alma.

¿¿Que qué tiene que ver los espejos en todo esto??...es bien fácil. Lo explicaré con un ejemplo real.

Hay una persona muy especial para mí...alguien que ha pasado malos momentos por alguna de esas circunstancias de la vida que llegan a tus manos sin planearlas y sin poderlas evitar...nada del otro mundo; su caso será tan similar para otros que ni merece la pena explicar el acontecimiento que desencadenó su malestar anímico. Y, como muchos otros, se sintió totalmente colapsado y entristecido durante mucho tiempo debido a la vergüenza de sentirse perdido y derrotado por a algo de los que otros hacen hasta chistes (me viene a la cabeza el de la abuela que se subió al árbol igual que el gato que se murió o el del peor castigo por tener una amante que consiste en tener dos suegras).

Cuando lo conocí era como un fantasma sin espíritu que se levantaba, salía a trabajar, volvía a casa y tras cenar iba a la cama a dormir. A veces dedicaba algo de tiempo a alguna afición con la que jugar y tratar de no pensar pero, a parte de eso, no sabría distinguir a mi amigo de un zombie de película gore de los 80.

Lo observé durante mucho tiempo...analizaba sus conversaciones que a penas relataban nada que cualquier otro de los muchos millones de habitantes de este planeta pudiera contarme...hasta que un día me planté de esos diálogos estándares y le dije poco menos que era tonto. De ahí surgió una amistad muy hermosa y que creo durará muchos años..le zarandeé fuerte para que entendiera que, nada de lo que le había ocurrido era tan grave como para que no pudiera concederse el derecho a intentar volver a ser feliz.

Con paciencia y una caña comencé a hacerle descubrir a la persona que él no podía ver a base de muchos años mimetizado con el "hacer lo que se esperaba de él", "comportarse como debía" y sobre todo "ser fuerte aunque te duela tanto que tengas ganas de gritar". Le expliqué todo aquello que ni él se creía de si mismo...que era alguien con imaginación y recursos, que tenía un tesón envidiable, un afán de superación  y unas ganas de aprender más grandes que él mismo, que lo que creaba era realmente bueno...pero, sobre todo, que tenía un corazón tan inmenso que no merecía estar sufriendo por al incomprensión de los demás.

Y no solo se lo dije...se lo demostraba constantemente haciéndole percibir las reacciones que sus acciones provocaban entre su entorno. Creo que ni el mismo creía que la imagen que yo le ofrecía de su persona y de su alma fuera posible después de tantos años de no recibir reconocimiento por nada de lo que hacía. Es así como me he convertido para él en una especie de objeto mágico que le revela lo bueno que lleva dentro y además le patrocina..

Y si mi amigo está alegre y con ganas de volar, también quiero transformarme en ese, maravilloso país de Alicia que está al otro lado, donde poder disfrutar con completa libertad de mostrarse tal y como se siente...sin miedo a seguir al conejo del reloj que marca la hora del té con el sombrerero loco o a visitar a la reina de corazones en su cumpleaños.

Pero mirando la historia en su trama generalista, en el fondo, lo que más me fastidia es que nadie nos haya explicado en su momento que, en realidad, nacemos con el sagrado deber de convertirnos, para aquellas personas a las que queremos, en esos espejos que reflejan la luz que llevan dentro para que así puedan contemplar lo que ellos no alcanzan a ver en si mismos.








1 comentario:

  1. Ojalá que algún día lo consigas y no te de miedo a seguir a ese bixito, digo conejo a tomar el té.

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