Vistas de página en total

miércoles, 11 de septiembre de 2013

GRANDES EXPERIENCIAS AL AMANECER....CAMINAR, TROTAR, CORRER

Me resulta curioso que, tras revisar lo posteado durante tantos meses, en pocas ocasiones o ninguna haya hablado de una afición que trato de "gestionar" desde hace 2 años y que se ha convertido en una de las mayores satisfacciones de mi vida desde que la descubrí.

Sucede al amanecer, antes incluso de que el sol  tan siquiera haya emergido de ese mar que lo encuadra desde la ventana de mi habitación y, si soy sincera conmigo misma, es de las pocas cosas que consiguen emocionarme sin la intervención de otra persona (...lo siento mucho Pol, pero no hablo de sexo solitario).

Quizás nunca he hablado de ello porque me parece imposible describir las sensaciones que me produce de una forma tan clara e intensa para que los que no compartís este hobby podáis entenderlo. 

Hoy me he levantado y he tratado de imaginar mi vida sin esa actividad y ni siquiera he conseguido proyectarla. Así que he decidido hacer un gran esfuerzo y tratar de explicaros cómo me siento cuando, tras sacudirme de la piel mi pereza innata, decido saltar de la cama, encasquetarme las zapatillas de deporte, ajustarme el pulsómetro y embutirme en unas mallas ya desgastadas pero cómodas,  para sentirme libre.... para olvidarme durante un tiempo hasta de quién soy.

Normalmente la sesión comienza antes de las 7 de la mañana (en verano incluso antes de las 6) pisando una acera oscura y sin tránsito (a veces me da sensación de que el Ayuntamiento las recoge por la noche y las vuelve a poner por la mañana) y haciéndome una importante pregunta que nunca tiene respuesta...."¿qué leches hago yo aquí con lo bien que se está en la cama a estas horas?".....pero si hasta los de la basura me miran preocupados!. Evidentemente...mi mente hace como quien no oye bien la pregunta....ni le hace caso....es tan inteligente que sabe bien que en un rato conoceré la respuesta.

En menos de 5 minutos estoy al lado del mar...mirando la arena y un horizonte azul que tiene el don de dejar tu mente vacía de absurdas cuestiones y que comienza a introducir en tu alma una sensación de plenitud difícil de explicar. Yo, que soy de tierra adentro, veo casi como un milagro esta transformación que se produce en tu existenccia al vivir al lado del mar....¿realmente sería capaz de sobrevivir ahora lejos de ésto?.

Mis piernas se dejan llevar por el movimiento...camino deprisa...casi noto como la sangre bombea con fuerza las venas y arterias que las hacen fuertes; la respiración aún tranquila, se convierte en profunda y gratificante porque sientes que tus pulmones reciben aire fresco y renovado...qué gran placer para los que vivimos en una ciudad!.

Al poco, mi corazón me susurra al oído que necesita más..que tiene sed de emociones y que esa cadencia de latido empieza a ser aburrida para quien lo que desea realmente es volar...activo el reloj que medirá mi esfuerzo de hoy y mis pies se van tras un trote suave y sereno que acelera ligeramente el pulso y permite a mi piel sentir, con más rotundidad aún,  la brisa fresca de la mañana.

A estas alturas veo despuntar en el horizonte un destello de luz rojizo que me anuncia el alba y me invade un deseo de llegar hasta él para fundirme en su reflejo renovador; en mis oídos una música suena a un ritmo constante y monótono que, sin necesidad de adaptación consciente, marcan la zancada de mis pies. Mientras el sol continúa desnudándose sobre el mar para atravesar con sus destellos cualquier negro pensamiento de mi mente.

El resplandor inunda con un sentimiento de felicidad indescriptible todo mi cuerpo y toda mi alma...me siento inmortal...me siento indestructible y poderosa....casi podría llorar con esta pasión que me ha invadido por completo y que ha dado velocidad a mis piernas...¿mis piernas?....ya ni son parte de mí...mi cerebro, mi alma y mi cuerpo son tres entes separados y unidos tan solo por un brevísimo hilo de Ariannna que me mantiene atada, inexplicablemente, a un mundo real del que deseo escapar por completo.

Seguro que mi corazón físico me ruge constantemente protestando por el esfuerzo que le estoy imprimiendo....pero creo que lo hace con la "boca pequeña"....hasta él se siente feliz con esta actividad tan maravillosa que la adrenalina le está forzando a realizar. 

Pero todo lo bueno llega a un final...y tras una larga carrera las piernas y el corazón te insinúan que deberías de parar ya...siempre es bueno escuchar a tu cuerpo, aunque fastidie porque tu te lo estás pasando de fábula. Es mejor darle la razón y no abusar.

Y paras poco a poco..suavemente para que la inercia no te fastidie el momento de éxtasis que está a punto de aparecer....vuelta al trote sutil y delicado...y seguidamente un caminar rápido para parar en tu "esquina para estiramientos"

En este momento es cuando, la droga que tanto anhelas, te inyecta en el cerebro una dosis de dopamina que te hace sentir como si fueras un Dios....las piernas protestan por el cansancio...los músculos te gritan que han sufrido innecesariamente... pero la química del cerebro los calla con su cuota de recompensa. Pocas cosas en mi vida me han han dado tanta euforia como ese estado posterior a la carrera (vale, Pol...el sexo entraría en la misma categoría...te lo reconozco...)

El resultado es una mente vacía de grises y negros....parecida a un cuaderno de hojas blancas para estrenar...me siento preparada para sumergirme en el mundo que me toque hoy...para capear con positividad cualquier cosa que llueva del cielo durante el día...y me susurro para adentro...."buenos días, mundo...hoy te voy a comer a mordiscos!!"

Creo que no soy la única que "sufre" esta oleada de delirio al correr...veo a caras conocidas y habituales cada mañana con la misma expresión de "evadidos" de la realidad para renovarse con una buena carrera.

Y lo mejor...comienzo a ser aceptada por el "gremio" produciéndome un gran placer el ser saludada por ellos con una sonrisa, un gesto discreto de su mano al cruzarse o esa leve inclinación de cabeza a modo de "feliz carrera y buenos días"....No es una religión; pero siendo sincera con lo que siento...creo que debería de serlo.

No soy la mejor coach del mundo...ni una gran motivadora...pero creed lo que os digo; el día que lo probéis y lo institucionalicéis en vuestra vida no podréis vivir sin ello.










jueves, 5 de septiembre de 2013

EL FINAL DEL VERANO O LA OBLIGACION DE RESCATAR EL DESPERTADOR

Los de mi generación (año más o año menos) al leer el título de esta entrada, habrán comenzado a oír en su interior a Manolo y a Ramón en un tono, entre lacrimógeno y desesperado, evocando las primeras nubes que surcan un cielo aún azul y a un millón de sentimientos que se quedaron en stand-by al borde del mar tras largos paseos con pies descalzos sobre arena mojada.

Todos los años pasa lo mismo....hemos vivido durante días y semanas en un bonito sueño que sabíamos que no se prolongaría mucho más, pero que, a base de no ver su final de forma inmediata, terminamos creyendo que al fin sería duradero a pesar de lo que la razón nos vociferaba a grito pelado. Hemos llegado, no solo a desear, sino a confiar en que, esta vida veraniega de "dolce far niente", de languidez en las siestas y de mirar un cielo despejado y luminoso, podría haber llegado esta vez para quedarse para siempre.

Pero la primera tormenta de Septiembre llega tarde o temprano....preparar la ropa que debes llevar a la oficina al día siguiente...desempolvar los papeles que te trajiste para echar una ojeada por si te aburrías demasiado.... o volver a conectar la alarma del despertador, se convierten en esa pesada y triste tarea que una noche de domingo te tienes plantear realizar a pesar de que tu mente lo ha intentado postergar durante horas.

Te has levantado casi angustiado ese mismo día, con plena conciencia de que ese será la última jornada de absoluto dominio de tu voluntad en mucho tiempo..siendo positivos sabes que pasarán unos 11 meses hasta que vuelvas a sentir en tus pies el cosquilleo propio de esas tremendas ganas de volar libre y sin lastre bajo un sol radiante que todo parece inspirar y encender. Te planteas aprovechar el día al máximo haciendo por última vez todo aquello que te ha dado tanta satisfacción durante el periodo estival...pero somos consecuentes con nosotros mismos; ya sabemos que eso es imposible...este día pasará de forma gris y estática mientras nuestra mente prácticamente ocupará todo el tiempo con recuerdos en vez de acciones.

Es un día de reflexiones...de enumerar y de evocar todas aquella cosas que debiste hacer para que ese periodo de tiempo fuera aún más intenso...en las pérdidas tontas de minutos decidiendo entre sorbete o helado...entre playa al amanecer o quedarte ronroneando en la cama hasta tarde...eligiendo entre viajar a un país muy lejano o visitar el barrio de al lado que estaba en fiestas. 

Decía un gran sabio que, cuando intentamos retener la arena en la mano, a medida que la cerramos con fuerza para que no se escape, con más rapidez se fugará entre nuestros dedos...que para retener algo que queremos es mejor abrir la mano y dejar que ésta abarque solo lo que sus dimensiones pueden detener juntando con fuerza los dedos. 

La experiencia me dice que, aprietes con fuerza o dejes la mano relajada...la tierra se termina deslizando entre cualquier hueco lo suficientemente grande para que quepa un grano. Al final nuestro destino es entender que la arena no se puede mantener "in eternum" sobre tu piel a no ser que tengas ésta mojada....y, en este caso, tan solo la podrás retener un instante más de lo normal.

El verano se va....a veces dura unas semanas...otras dura desde el 9 de septiembre hasta el 23 de Junio del año siguiente...en ocasiones hasta me han durado 8 años dulces....otra una eternidad desesperante que en términos de tiempo real solo se extendían horas. Porque, igual que todo lo que nos pasa muy por dentro, el tiempo llega a ser muy relativo...acortándose hasta los nanosegundos cuando se está gozando...o alargándose hasta infinitud cuando nuestro corazón sufre en la nostalgia y los deseos no satisfechos.

Pero lo que si he constatado es que, a medida que los años vividos van sumando arrugas alrededor de mis ojos, el estío se acorta gradualmente. Quizás esta sensación me la provoca una trampa de la memoria que me hace percibir los veranos de la infancia como interminables y llenos de miles de fechorías conseguidas...de besos furtivos tras una esquina solitaria o de millones de risas sonoras guardadas en el fondo del alma.

Ya ha pasado....y lo voy a echar mucho de menos durante bastante tiempo; recordaré con melancolía las miradas lánguidas y perdidas entre las rendijas de la ventana abierta...o como mis pies descalzos pisaban el suelo de madera de la habitación sin acordarme siquiera de que existían los zapatos. Pasarán meses hasta que deje de morderme los labios recordando el placentero sabor a sal que queda en ellos al salir del mar.

La verdad es que un verano dura lo que dura y, por desgracia, esta máxima es innegociable por mucho que esta vez hubiera deseado alargarlo, como mínimo,  un par de siglos más.