He sufrido lo que yo denomino el síndrome del corredor dormido y, sinceramente, ya era raro que no me hubiera pasado antes...ésto de levantarse antes de las seis para ver amanecer mientras corro, tenía que terminar pasándome factura tarde o temprano.
Y lo llamo "del corredor dormido" porque, a las cinco y media de la mañana, tu mente ha puesto el automático solo para cepillarte los dientes, ponerte las zapatillas y acordarte de coger las llaves de casa como mucho... para el resto de cosas medianamente importantes aún necesita activarse al 100% tras unos cuantos kilómetros.
En eso andaba yo...en despertar las neuronas mientras dejaba a mi cerebro desarrollar las ordenes precisas para poner en marcha el mecanicismo de la pisada y el de evitar las farolas paradas (porque las que vienen de frente hacia ti a gran velocidad...esas no hay quien las sortee). Lo dicho...iba dormida aún y con el cansancio propio de a quien se le hace eterna la espera hasta el puente festivo siguiente.
Crucé la nacional cuando vi el semáforo en rojo como siempre hago...y pegué las primeras zancadas para alcanzar la acera que va hacia la estación y el paso subterráneo hasta el puerto...Error de cálculo!! en vez de apoyar todo el metatarso sobre el bordillo, me quedé corta e hice todo el apoyo casi en la zona final de los dedos; las zapatillas intentaron evitar en lo que pudieron el desastre, pero el movimiento forzado de mis articulaciones dactilares hacia arriba no presagiaban nada bueno.
Consecuencia?....que tal y como crucé la carretera tuve que "descruzarla" y volverme a casa, sin amanecer, sin activación coronaria, sin dopamina, serotonina, endofinas ni nada de nada..eso sí...despejada del sueño como un búho a las 3 de la mañana!
Como no he ido al médico, aún tengo la esperanza de que no se trate de fracturas o fisuras oseas. Voy a hacer gala de mi positivismo "a patadas" y a concluir que tan solo es una distensión de ligamentos que, con cierto descanso, litros de reflex e inmersiones periódicas del pié en el mini-escenario de Titanic que me monto con cubitos de hielo en el balde de la ropa, en unos días estará perfectamente (o al menos no dolerá tanto).
Así que ahora solo me queda que planificar una dulce paciencia productiva que, como la mayoría de mis "palabros" será necesario explicar para que, si algunos de mis lectores necesitara tirar del concepto en un momento de emergencia, sepa aplicar los principios y leyes que le dan su utilidad.
Hace nada hablé justamente con un amigo sobre ello; se encuentra muy enfadado con la vida porque, al igual que me ocurrió a mi hace unos meses durante la enfermedad de mi padre, el universo parece confabularse contra sus ganas de hacer cosas y le obliga a quedarse en stand-by sin poder avanzar ni para atrás ni para adelante. La dependencia de nuestros mayores hacia nosotros cuando ya tienen ciertas edades, es algo duro para ambas partes, algo que se debe asumir con perspectiva serena y grandes dosis de sentido común (y de paciencia...de eso "a espuertas").
Pero no hablo de la paciencia nerviosa de quien espera que dentro de 5 minutos las cosas cambien...como el aguante del ciudadano que aguarda a que, en las próximas elecciones, la cosa varíe de verdad y aparezca por fin una clase política honrada y con ganas de trabajar con entusiasmo por los "de a pié" (Uyyyyy...me salió sin querer....siento mucho la crítica gratuíta!.). Esa paciencia tiene una vida útil bastante corta...casi como la de un porro de hachís en la puerta de un instituto (...es que lo del caramelo en la puerta de un colegio ha quedado ya desfasado...no?).
A todos nos pasa....en nuestra vida ocurre un imprevisto que, de repente, no nos queda más remedio que barajar; algo incordioso y que no nos aporta mucho valor añadido (o sí....pero eso no lo sabremos hasta el final de la experiencia). No no gusta, no lo hemos buscado...simplemente apareció y no supimos (o quisimos) evitarlo.
Son situaciones que, simplemente, han de pasar con su "tempo" correspondiente y ante las cuales podemos hacer bien poco...tan solo esperar a que transcurran de forma natural....Como esas fastidiosas gripes primaverales que nos anclan en la cama rodeados de un mundo indeseado de paracetamoles, aspirinas y montañas de pañuelos de papel hasta que, el dichoso virus, decida irse por la misma ventana por la que entró.
A todos nos pasa....en nuestra vida ocurre un imprevisto que, de repente, no nos queda más remedio que barajar; algo incordioso y que no nos aporta mucho valor añadido (o sí....pero eso no lo sabremos hasta el final de la experiencia). No no gusta, no lo hemos buscado...simplemente apareció y no supimos (o quisimos) evitarlo.
Son situaciones que, simplemente, han de pasar con su "tempo" correspondiente y ante las cuales podemos hacer bien poco...tan solo esperar a que transcurran de forma natural....Como esas fastidiosas gripes primaverales que nos anclan en la cama rodeados de un mundo indeseado de paracetamoles, aspirinas y montañas de pañuelos de papel hasta que, el dichoso virus, decida irse por la misma ventana por la que entró.
Cuando estas gripes llegan, solo podemos tener dos aptitudes posibles;....o nos enfadamos con la mutación del virus que el año pasado también nos fastidió la semana de vacaciones,.... o aceptamos que nos quedan unos días de cama que podríamos dedicar a aquellas cosas para las que nunca tenemos tiempo suficiente.
De nada sirve estar mirando el termómetro cada 5 minutos esperando vislumbrar anticipadamente nuestra mejoría; la temperatura bajará cuando el sistema inmunológico decida que ya se ha cargado a los bacilos y gérmenes que nos estaban atacando y las ganas de hibernar irán pasando poco a poco a medida que nos vayamos encontrando más fuertes (por cierto...sabíais que la palabra gripe deriva de la palabra suizo-alemana "grupi" que significa "acurrucarse"??). Mejor guardar el termómetro en el cajón y utilizar el tiempo en cosas productivas como limpiar el ordenador de ficheros inútiles y desfasados, dar un repaso al inglés oxidado que estamos usando últimamente o leernos el manual de la tele a la que nunca le sacamos el rendimiento que merece.
A mi amigo le queda una temporada de cuidar a su padre con achaques y entradas y salidas más o menos continuas al los servicios de urgencias o al médico de cabecera....Podría haber sorteado la responsabilidad, pero dudo mucho que sea de ese tipo de personas (seguramente se encontrará tan mal eludiendo su deber como hijo, que no podría disfrutar de la liberación conseguida con ello). A mí me quedan días y semanas sin poder ir a soltar adrenalina embutida dentro de mis mallas de running y, aunque sé que la comparación es desmedida, creo que lo más sensato es aceptar que tiene que pasar "sí o sí" un tiempo en el que debemos poner nuestro motor en punto muerto porque el semáforo se ha puesto en rojo.
Lo que hagamos hasta que la luz cambie a verde debería finalmente dejarnos el sentimiento de que, el tiempo transcurrido, no ha sido estéril o yermo, sino que hemos sabido aprovechar los "stop & go" de nuestra vida para, porqué no, desarrollar otras facetas y adquirir nuevas habilidades.
Yo, por lo pronto (y más aprovechando el impasse de mi lesión), sigo fomentando mi sensibilidad hacia la música...intentando oír aquello que antes me pasaba desapercibido. No es que vaya por ahí con un audífono en la oreja como otros (que yo me conozco...) van de excursión con una lupa para no perderse detalle...sencillamente me dejo cautivar con las melodías y letras que antes ni apreciaba y que, desde este post, me apetece compartir con vosotros.
Me daría mucha alegría que, como compensación, me hagáis partícipes de vuestras melodías y canciones para descubrir, de algún modo, un poco más aquellos mundos que aún no me habéis mostrado.
Hoy le toca el turno a una canción que se llama somebody that I used to know y cuenta esas circunstancias kafkianas que hacen que, tras el final de una relación sentimental, uno de los protagonistas termina tratando al otro como un perfecto extraño y, cómo la persona que lo sufre, puede sentirse realmente dolido ante esta actitud.
El autor es un europeo afincado en Australia que, en esta versión, canta con la neozelandesa Kimbra y cuyo vídeo es toda una obra artística que merece la pena visualizar. Os dejo, como siempre, un extracto de la letra para que podáis apreciarla mejor:
Now and then I think of when we were together De nada sirve estar mirando el termómetro cada 5 minutos esperando vislumbrar anticipadamente nuestra mejoría; la temperatura bajará cuando el sistema inmunológico decida que ya se ha cargado a los bacilos y gérmenes que nos estaban atacando y las ganas de hibernar irán pasando poco a poco a medida que nos vayamos encontrando más fuertes (por cierto...sabíais que la palabra gripe deriva de la palabra suizo-alemana "grupi" que significa "acurrucarse"??). Mejor guardar el termómetro en el cajón y utilizar el tiempo en cosas productivas como limpiar el ordenador de ficheros inútiles y desfasados, dar un repaso al inglés oxidado que estamos usando últimamente o leernos el manual de la tele a la que nunca le sacamos el rendimiento que merece.
A mi amigo le queda una temporada de cuidar a su padre con achaques y entradas y salidas más o menos continuas al los servicios de urgencias o al médico de cabecera....Podría haber sorteado la responsabilidad, pero dudo mucho que sea de ese tipo de personas (seguramente se encontrará tan mal eludiendo su deber como hijo, que no podría disfrutar de la liberación conseguida con ello). A mí me quedan días y semanas sin poder ir a soltar adrenalina embutida dentro de mis mallas de running y, aunque sé que la comparación es desmedida, creo que lo más sensato es aceptar que tiene que pasar "sí o sí" un tiempo en el que debemos poner nuestro motor en punto muerto porque el semáforo se ha puesto en rojo.
Lo que hagamos hasta que la luz cambie a verde debería finalmente dejarnos el sentimiento de que, el tiempo transcurrido, no ha sido estéril o yermo, sino que hemos sabido aprovechar los "stop & go" de nuestra vida para, porqué no, desarrollar otras facetas y adquirir nuevas habilidades.
Yo, por lo pronto (y más aprovechando el impasse de mi lesión), sigo fomentando mi sensibilidad hacia la música...intentando oír aquello que antes me pasaba desapercibido. No es que vaya por ahí con un audífono en la oreja como otros (que yo me conozco...) van de excursión con una lupa para no perderse detalle...sencillamente me dejo cautivar con las melodías y letras que antes ni apreciaba y que, desde este post, me apetece compartir con vosotros.
Me daría mucha alegría que, como compensación, me hagáis partícipes de vuestras melodías y canciones para descubrir, de algún modo, un poco más aquellos mundos que aún no me habéis mostrado.
Hoy le toca el turno a una canción que se llama somebody that I used to know y cuenta esas circunstancias kafkianas que hacen que, tras el final de una relación sentimental, uno de los protagonistas termina tratando al otro como un perfecto extraño y, cómo la persona que lo sufre, puede sentirse realmente dolido ante esta actitud.
El autor es un europeo afincado en Australia que, en esta versión, canta con la neozelandesa Kimbra y cuyo vídeo es toda una obra artística que merece la pena visualizar. Os dejo, como siempre, un extracto de la letra para que podáis apreciarla mejor:
like when you said you felt so happy
you could die
told myself that you were right for me,
but felt so lonley in your company
but that was love and it´s an ache i still remember
You can get addicted to a certain kind of sadness
like resignation to the end
always the end
So when we found that we could not make sense
well you said that we would still be friends
but I´ll admit that I was glad that it was over
But you didn´t have to cut me off
make out like it never happend
and that we were nothing
and I don´t even need your love
but you treat me like a streanger
and that feels so rough
Lamento tu percance aunque me complace saber que no soy el único loco que anda a las 5 y media de la mañana haciendo deporte en la calle. Cuida por donde pisas.
ResponderEliminarHay una canción japonesa que me gustó tanto que aprendí incluso a cantarla. Es "Shima-uta" (la canción de la isla). Una bellísima canción con una triste historia detrás. Escúchala en la versiòn de Riki Natsukawa y disfruta de algo bello. Besazo