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domingo, 13 de julio de 2014

YES, WE CAN

Desde la muerte de mi padre me sorprendo a mi misma recordando algunos de los muchos momentos vividos a su lado, tratando de hacer memoria de todo ese legado no cuantificable que nunca deseamos que se pierda y que en ningún documento notarial de aceptación de herencia aparecerá reflejado.

Evidentemente lo que hacemos es recrearnos en repasar los buenos ratos al lado de esa persona que ya no está, sin caer en sentimentalismos absurdos...solo tratando de refrescar en nuestra cabeza y corazón aquellos instantes que nos regalaron filosofías de vida y modos de actuar que, como un gran tesoro de nuestro aprendizaje, no queremos que caigan en el olvido.

Como muchos niños de mi época y de la situación geográfica que me tocó vivir (no me cansaré de repetir a los más jóvenes sin acritud, que no era lo mismo haber nacido mujer que hombre y, ni mucho menos, en Madrid o en Andalucía...la idiosincrasia espacial y cultural era determinante en tu educación), las enseñanzas se basaban en el famoso principio de "la letra con sangre entra" de la que, una vez pasadas ya varias décadas, nos quedó la certeza de que, "si la letra no quiere entrar, mejor usar chuletas en el examen".

Mi padre fue un hombre cuyo mayor orgullo era, como le pasa a la mayoría de los progenitores, conseguir que sus hijos llegaran más lejos de lo que él mismo había logrado con tesón y esfuerzo. De esta forma, el futuro de mi hermano o el mío no podría quedarse por debajo de estudiar una carrera y ser profesionales respetados en nuestro entorno familiar y laboral (bueno, si soy sincera...conmigo las expectativas ya estaban cubiertas si alcanzaba a montar una peluquería cuando estuviera casada....yo,  como siempre sacando los pies del plato!)

Recuerdo con cierto regusto amargo que aquellas tardes después del colegio, mientras otros niños corrían por la calle con su trozo de pan con chocolate, mi hermano y yo nos quedábamos en casa estudiando, y repasando las lecciones del día e incluso anticipando las posteriores para destacar en la escuela al conseguir buenas notas y diplomas. Entré en el parvulario sabiendo leer correctamente en libro. El siguiente curso lo comencé conociendo perfectamente las 4 reglas básicas e incluso sabiendo dividir por más de una cifra.

No creo que aquel esfuerzo y sacrificio me haya hecho una profesional destacada ni digna del premio Cervantes. Pero no niego que, aquel ejercicio intelectual al que nos obligaba a pesar de nuestras ganas de ser "normales" como los demás, ayudó a inculcarnos que, con esfuerzo, muchas cosas se pueden lograr. Cuando nuestro cansancio y apatía causaba estragos y las lecciones no entraban, mi padre lanzaba una terrible sentencia que, con los años, se ha convertido en el mayor de los tesoros para mí...."si otro puede, tú también puedes".

La verdad es que así, a simple vista, todo está sonando muy riguroso si tenemos en cuenta que eramos solo críos; alguno de los gurús de la pedagogía actual estarán clamando al cielo por lo que cuento y, en cierto modo tienen razón al pensar que aquello era duro. Aunque,  si lo miro desde la perspectiva actual adulta, considero que esta época ha marcado todo mi desarrollo profesional. Muy al contrario de la forma en que se educan ahora a los niños, para nosotros el esfuerzo y el rebasar nuestros propios límites nos hizo fuertes y sin tanto miedos.

Me he enfrentado a muchos retos en mi vida, a muchos "exámenes existenciales", algunos totalmente inesperados, y la primera reacción automática era, sin duda, la de echar el pié hacia atrás, girar sobre los talones y salir huyendo. Sin embargo, como en esas voces en "off" de las películas, aparecía mi padre diciéndome muy serio; "Si otros pueden, tu también podrás".

Con esta bandera asomando de mi mochila empecé a trabajar a la vez que estudiaba, terminé mi carrera, aprendí informática (cuando muchos no daban un duro por el futuro de los ordenadores), me arriesgué a la aventura de dejar mi tierra para buscar nuevas oportunidades en otro sitio e incluso, tuve el valor de sacar de mi vida a personas que mermaban mis posibilidades de crecer. Ya sé que otros han llegado más lejos y más alto....pero creo que mi padre podría estar orgulloso de cómo me he manejado hasta ahora.

Toda esta reflexión viene a cuento de recordar, no solo el pasado ni de dónde vino la fuerza que me movió, sino el darme cuenta de que me he rodeado de personas a las que les estoy dando constantemente el mismo mensaje. Son personas que, en ocasiones, han llegado a mí totalmente conformistas con lo que la existencia les ha dado y creyendo muy sinceramente que, en aquello que constituía sus sueños, no podrían llegar más allá.

Porque suele pasar que, cuando tu miras el camino por recorrer hacia tus metas, éste parece largo, tortuoso y llenos de trolls que te harán desviarte una y otra vez de él...a algunos de mis amigos más queridos los he conocido sentados en una piedra en la cuneta mirando con tristeza y abatimiento la senda que les llevaba hasta sus sueños (salir de una relación tóxica, adquirir habilidades nuevas para crecer, no atreverse a demostrar sus sentimientos a esa persona que les ilusionaba, estar hundidos de un estado emocional de pérdida....).

Muchas guerras se han ganado esgrimiendo el "podemos!", muchas torres se han levantado con mentes que no se pararon en las dificultades sino en las soluciones. ¿Cuantos grandes hombres de las ciencias y del arte reconocen que el instante más importante de su vida fue cuando oyeron de labios de alguien un "tu puedes...ánimo!"?

No importa tu situación actual....tus fuerzas mermadas ni los golpes que la vida te haya regalado, si la meta es asequible y ya has soñado con ella....si casi la tocas con tu corazón, es señal de que podrás alcanzarla si te lo propones. No hay en este mundo droga más estimulante, ni incentivo más poderoso, que esa mirada brillante que acompaña a las palabras de quien mejor te conoce incitándote a que saltes al vacío porque sabe (incluso mejor que tú) que podrás volar.

Dado que no tendré hijos a quién legar la herencia recibida, al menos desearía tener el consuelo de ceder a aquellos que  me han conocido y querido de alguna forma, esa voz "en off" que, en los momentos de duda, les recuerde que "si otros han podido, porqué no van a poder ellos que valen tanto o más?" Si alguna vez han ocupado parte de mi corazón, sus capacidades y aptitudes ya quedan fuera de toda sospecha


One Dream (Sarah McLachlan)

...And you Know that you can make it
You've got the whole world in your hands
And you've spent a lifetime working for this moment
And you are shining
You're all that you wanted to be...









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