Vistas de página en total

sábado, 12 de enero de 2013

¿TE HE DICHO ALGUNA VEZ QUE TE QUIERO?

A veces me pasa que el corazón me va a estallar de sentimiento....la boca se entreabre con ganas de morder por puro éxtasis...el corazón late deprisa y la piel se contrae produciendo la consabida "carne de gallina".

En ocasiones una mirada con el rostro inclinado origina mariposas en mi estómago y los ojos se me empañan de pura emoción.

Una palabra...un gesto..un "buenas noches" dicho con la cadencia y la suavidad que no esperábamos y todo nuestro cuerpo se estremece con una sensación que nos hace sentirnos disparados hacia la estratosfera debido a una sobredosis de turbación interna.

No hablo de placer físico...no cuento momentos de excitación sexual ni de los tsunamis de pasión que todos hemos sentido alguna vez en nuestra vida....Hablo de la honesta e inmaculada ternura que nuestra alma humana es capaz de sentir respecto a  otras situaciones.

¿Habéis observado alguna vez a un niño abrir un regalo en Navidad? ¿A un abuelo sonriendo por simple agradecimiento ante un gesto de afecto de sus nietos?...¿Alguna vez visteis la sorpresa y la felicidad en los ojos de los que más queréis provocado por un inocente detalle que habéis tenido con ellos?

Vivimos en lo que yo denomino "sociedad de la impaciencia"; en la que todo debe de suceder deprisa y de forma intensa. Todo lo que consumimos y experimentamos tiene que proporcionarnos un placer extremo en corto espacio de tiempo...para que nos de tiempo a seguir experimentando el mismo vértigo en los próximos cinco minutos.

Así nos sentimos vivos de forma apasionada;  confundiendo este arrebato continuo con lo que siempre hemos buscado como panacea de vida plena....Y después, en muchas ocasiones,  recibimos una incómoda factura cuando esta excitación nos abandona durante ciertos momentos en nuestra existencia...llegamos incluso a sentir que, durante estos periodos, nuestra crónica está vacía de hechos relevantes.

Nos convertimos estúpidamente en drogadictos de los terremotos que nos hacen vibrar y dejamos a un lado, sin siquiera prestarles atención, todas la cosas que realmente son capaces de generar profundas sensaciones de placer.

Tengo un amigo muy querido por mí....alguien que me hace sentir verdaderamente especial....sus mensajes, sean por mail o en cualquier otro formato,  me elevan un poco del suelo y me hacen volar. Si en vez de una persona fuera un espejo, me pasaría horas y horas mirándome en él, porque en sus ojos me siento inteligente, valiente, cálida y hasta bonita (ríete tú del photshop;...hasta me siento guapa!!!)

Pues, en ocasiones, este amigo me hace un "toc-toc" en el corazón sin darse ni cuenta....me mira con sus divertidos ojos y su bonita sonrisa afluyendo a mí una verdadera marea de puro cariño; se me pone un nudo en la garganta y las lágrimas parecen querer desbocarse de pura ternura.

Respiro hondo y me guardo las ganas de comérmelo a besos por la felicidad que provoca en mi...aprieto los puños hasta clavarme las uñas y acto seguido cierro los ojos para, en un suspiro, lanzarle una simple frase que contiene todo lo que siento por él.....

Lleno mis pulmones de aire hasta lo más profundo...hago una pausa..y con toda la tranquilidad que puedo, simplemente me apetece susurrarlr al oído--"¿Te he dicho alguna vez que te quiero?"

No sé si esa persona podrá entender todo lo que conlleva la dichosa frase..así que me conformo con que, al oírla, pueda transmitirle parte de la exaltación que ha conseguido provocar en mí, ya que...sinceramente... yo soy incapaz de quedármela dentro sin explotar.




1 comentario:

  1. Comparto contigo el que vivimos en lo que yo le llamo el "mundo instantáneo", pulsamos un botón y algo debe de ocurrir y si no ocurre nos frustramos y desanimamos. Esta forma de vida nos hace olvidar que las cosas que más merecen la pena no son instantáneas sino que hay que cuidarlas cada día.

    Por otra parte sigo intrigado por la última parte del post.

    ResponderEliminar