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sábado, 17 de agosto de 2013

EL VALOR REAL DE LA VERDAD

Como a muchos de vosotros, cuando era pequeña mis padres no paraban de explicarme la importancia de decir siempre la verdad, importancia que nunca he terminado bien de entender y que, en plena posesión de mis facultades mentales (o eso sospecho cada vez más...), creo incluso poder afirmar que no es tan consistente.

A los hechos me remito....Quién no recuerda a su padre/madre mostrándole un dedo índice delante de los ojos acompañado de una frase del tipo "si me mientes, los reyes magos no te traerán regalos estas Navidades"?....Curioso, no? Te exigían sinceridad apoyándose justamente en una mentira que mantuvieron durante mucho tiempo hasta que, el vecino del quinto, con mucho misterio y teatratalidad, te soltó un buen día que quienes realmente te traían los juguetes eran los mismos padres. La decepción era tan rotunda que ni te parabas a echarles en cara a papá y a mamá que te hubiera estado mintiendo tantos años.

Pero tu seguías creciendo una vez superado el trauma y olvidaste lo obvio del caso...eso sí...Te metieron a clases de catequesis para hacer la primera comunión. Y allí tuviste ración doble sobre la transcendencia de ser siempre franco con todo el mundo y evitar mentir con el fin de evitarte un castigo u obtener un premio inmerecido (aquí se pasó directamente del chantaje con los Reyes Magos a meterte el miedo en el cuerpo con el calor que ibas a pasar en el infierno).

Sin embargo eran tus padres los primeros en pedirte que, en la visita que le hacías a la tía Luisa, ni se te ocurriera contarle "ésto" o "aquello" para evitar que se enfadara o, en el mejor de los caso, para que no se apuntara al viaje a la playa y le fastidiara las vacaciones a todo el mundo....Vamos; con eso mis padres se ganaban 1.000 puntos más y  bonus extras en la partida!

Llegamos a la adolescencia.....un día, te encontrabas esa mirada paternal con ganas de explicarte los grandes misterios de la vida respecto a la sexualidad humana para, por fin, aclarar tus dudas sobre lo que estaba pasando con tu cuerpo (que, últimamente, parecía más de otro que tuyo por esas reacciones tan rarírimas que tenía).

Podría escribirse un gran best-seller con todo lo que nos contaron..desde lo de abejita y las flores..hasta el gran milagro de la concepción que podía ser posible casi con un beso subido de tono al chico/chica que te gustaba. Así llegamos a ciertas edades con una empanada mental que, a muchos, hasta le ha imposibilitado para toda la vida aceptar el sexo como algo natural y hermoso.

Por eso me pregunto la razón de tanta hipocresía...porqué vendernos motos que no tienen ni ruedas ni motor con lo fácil que sería decirnos que son simples trineos?

He llegado a mi propia conclusión al respecto; creo que todo ésto no es si no una manipulación más que hemos sufrido a lo largo de nuestra existencia para hacer más fácil la vida a los que nos sermoneaban con el valor de la franqueza; Qué pasaba cuando les mentías?...pues, simplemente que los despistabas y no te tenían controlado....Y qué pasaba cuando no te controlaban?...que dependiendo de la calidad de la educación que te hubieran dado (educación real..no la reglada) les terminaba doliendo la cabeza a ellos teniéndote que sacar de algún lío (había que anticiparse todo lo posible para evitar el lío).

Lo triste es que llegamos a nuestra madurez arrastrando el lastre del valor hipócrita de la verdad y nos duele hasta en el alma tener que recurrir a las "mentirijillas" para alcanzar nuestras metas personales. Nos han machacado tanto con lo preciado de lograr las cosas merecidamente sin recurrir a estas estratagemas que, muchas veces, nos quedamos apenados por no conseguir lo que deseábamos, eso sí, pero con la conciencia frustradamente tranquilísima.

Tengo un amigo que me cuenta que tiene sueños hermosos que le gustaría hacer realidad; que ha llegado a una edad en su vida en que se siente acreedor de ellos y que, ahora, su experiencia y madurez le permite intentar al menos alcanzarlos. Pero está atado de píes y manos por los convencionalismos sociales....por la familia que no entiende sus deseos...por los amigos que, seguramente por pura envidia, no pararán de arengarle cansinamente hasta que desista (me juego la cabeza a que tanta sinceridad fraternal no es sino para evitar que otro consiga lo que uno mismo desea y no se atreve a intentar siquiera) y en su ambiente laboral, su jefe no deja pasar la ocasión para recordarle que, a ojos del resto del mundo, lo que él quiere no es ni correcto anhelarlo.

Yo, en mi oficio de abogada del diablo, propongo el siguiente análisis;...Si cuando eras más joven no pudiste plantearte ese reto porque los que te rodeaban decidieron ser egoístas y chantajearte con valores que no eran reales...porqué no romper los lazos falsos que te unen a la "santa dignidad" de la verdad y lanzarte al vacío de tus "sueños por conseguir" ahora que te sientes con fuerzas y sabrás disfrutar del camino? Qué razón moral te impide usar lo que siempre han usado contra tí para frenar tu libre albedrío si con ello se puede ser feliz sin dañar a nadie?

¿En qué mesa de reparto entregaron los derechos a mentir sin que nadie nos avisara para, al menos, poder decidir si a nosotros nos interesaba usarlos también? Ahora que soy capaz aceptar con cierta melancolía todo las posibles vivencias que se perdieron en aras de la franqueza, he decidido no dudar en sacar mi mejor máscara de actriz si es la verdad la que se interpone entre mi felicidad y yo. 

No sé que hará finalmente mi amigo...pero lo que si tengo claro es que el infierno que nos vendieron está en este mundo, y que seguramente sentirás dolorosamente su fuego cuando, un día, des cuenta a tu alma de los sueños que quedaron en el bolsillo por no usar todos los recursos que las circunstancias pusieron en tu camino.

Mentiras piadosas

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