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domingo, 17 de febrero de 2013

MEMORÍAS DESDE AFRICA

Me encuentro de visita en mi tierra...en ese Sur, que si bien no me vio nacer, me ha visto crecer, me moldeó y me convirtió en gran parte de lo que soy. Y con ella mantengo una extraña relación que me hace adorarla en casi todo y, en otros aspectos,  no entenderla ni por mucho empeño que le pusiera.

Lo primero que me provoca volver a Andalucía es una sonrisa de oreja a oreja....esos campos de olivos como mares moviéndose al viento.....esa gente sonriendo y dándose los buenos días tan de mañana....esas señoras cuya curiosidad les puede y no dudan en preguntarte de dónde vienes, a dónde vas y de quién eres sin dejarte posibilidad de escapatoria ante el interrogatorio y esas mañanas soleadas de domingo con señoras arregladas y colgadas del brazo de su esposo para dar una vuelta por la ciudad y tomar unas tapas.

Pero a nada que te hayas familiarizado con ese tipismo auténtico...te llega la bocanada de lo extraño y que, después de tantos años fuera de esta tierra, te vuelve a la memoria con un gesto torcido...como el de haber chupado un limón.

Se trata de los visillos corriéndose a medida que pasas por esa ventana....los comentarios a sottovoce cuando entras en un bar sola y se te ocurre pedir una copa...la mirada clavada en la nuca de los tertulianos de turno tratando de evaluar si eres una guiri despistada o si andas  buscando "guerra" (ya sabéis...si soy de ese tipo de "señora" que trabaja en los locales en donde "las mujeres fuman").

Ya se que, los que me conocen, siempre andan comentando que soy exagerada como una andaluza...pero en esto puedo asegurar que no estoy caricaturizando la situación. Y como muestra un botón:

Hace no mucho, quedé con un amigo que hacía bastante tiempo que no veía..quedamos en un bar para tomar algo y luego, quizás, rematar la tarde con una buena cena y horas y horas de tertulia para ponernos al día de nuestras vidas. Pues bien, sabedora de lo que supone en Andalucía que una mujer entre sola en un bar sin acompañante...(y más a ciertas horas en la que tomar un desayuno no cuadraría ni a patadas), decidimos esperarnos a la entrada y, después de un par de besos de rigor, entramos y pedimos.

Mi amigo quería aguantar fresco toda la noche y se pidió un café...yo, preferí algo más fuerte y me decidí por la única bebida alcohólica que suelo tomar cuando salgo a lo que aquí se denomina "alternar" (a parte de un buen vino para acompañar una amena comida o cena); es decir,  un Absolut con naranja.

La cara de la camarera ya lo dijo todo...y luego mi amigo me explicó que esas cosas no eran normales por la zona.

Otra cosa que me llama mucho la atención es que todo el mundo lleve maravillosos productos tecnológicos de telefonía móvil (he llegado a ver a una señora de casi 60 años con un I-phone) y que no los usen para nada...A gritos!!...se hablan a gritos!!!...desde una acera a otra quedan para tomar café o una cerveza....cosa que está muy bien; de esta forma ya sabes a dónde no debes ir si quieres estar tranquilo y relajado.

Pero lo malo, no es que hablen de cosas intrascendentes a grito pelado,...es que hablan hasta de sus resultados médicos o del parto de la hija sin pudor alguno  pensando, seguramente, que es de interés público las horas de dilatación de la pobre chica, o si el análisis lo tuvieron que repetir porque olvidó llevar la primera orina de la mañana.

Y contra más los miras extrañados, más gritan y más confianza parecen tomarte para hablar incluso de si esa noche tienen o no previsto actividad sexual...(con mucha gracia...eso sí...pero al marido que llevan al lado lo ponen rojo como un  tomate; ..."es que no podemos quedarnos hasta tarde esta noche porque sino aquí el amigo se me queda dormido y no me da lo mío!"...)

Otra cosa que me asombra es el grado de acicalamiento de la mujer andaluza. Si desfilaran en la pasarela Cibeles no llevarían esas manicuras, esos cardados de pelo ni esos tacones imposibles...y me pregunto ¿Cómo les puede compensar ir de tal guisa cuando, la pareja de turno que va a su lado, termina bizqueando de tanto tratar de mirar por el rabillo del ojo a toda "zagala potable" que les pasa de costado?. Vamos...yo prefiero ir con botas de montaña y vaqueros antes de sentirme tan poco valorada después de horas perdidas en la peluquería o tratando de enfundarme en una faja.

Sea como sea...es mi tierra y, aunque parece que en el sur no le arrancan las hojas al almanaque (creo que los relojes se les ha quedado retrasado en algún que otro siglo...en el del Califato de los Omeyas para ser más exactos) adoro las ganas de alegría de su gente y esa forma tan especial que tienen de hacerte sentir en casa. Eso sí;...siempre tratando de dosificar estas bofetadas de realidad para que no me devoren y me hagan volver demasiado a mis orígenes.

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