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sábado, 27 de abril de 2013

DÍA A RESETEAR



Estamos a finales de Abril y hemos pasado de, días dulcemente primaverales, a cielos otoñales para los que volvemos a buscar en el armario esas prendas de abrigo que nos protejan del frío en la piel.

Hoy ha sido un día terrible...de esos que, simplemente, te hubiera gustado no vivir. Y lo dice alguien que se considera bastante positiva respecto a todas las vivencias que le llegan al regazo,  porque en cualquier situación trata de encontrar algún parche que aprovechar para tapar algún descosido futuro.

Me ha costado levantarme porque toda la semana ha sido intensa y dura a nivel laboral; corriendo de un lado a otro tratando de solventar todos los imprevistos que me salían...he llegado a sentirme como un malabarista de circo que, con la vista puesta en los objetos que volaban por encima de su cabeza, ha tratado de mantener el control de lo que hacían sus manos para evitar que todo se desparramara.

La ducha matinal hubiera deseado que durara siglos, notar el agua caliente sobre la espalda mientras mantenía los ojos cerrados durante horas.... no por placer, sino a modo de protesta por el mundo que me tocaba lidiar hoy y al que me resistía a mirar fijamente a la cara.

Vaqueros y camisa amplia, zapatos cómodos y cazadora flexible...si me iba a tener que enfrentar a una jornada difícil, que al menos no tuviera que ir haciendo equilibrios sobre unos tacones, o sentirme encorsetada con una chaqueta o ropa entallada. Si hubiera podido, me hubiera ido con las mallas y las zapatillas de running (aunque bien pensado....de esa guisa hubiera encontrado la excusa perfecta para salir corriendo en vez de encarar los problemas).

Al salir de la estación, una lluvia no prevista empezó a mojarme mientras caminaba encorvada con la mirada clavada en el suelo, soñando ansiosamete con que ya faltaba menos para volver a casa.

Al llegar al trabajo, el buenos días de siempre a todo el mundo...pero esta vez dicho con la boca pequeña, sin convicción alguna y notando en la cara de quienes respondían al saludo que lo recibían con la misma poca gana con la que yo los daba.

De frente, al entrar,  la cara de alguien que hoy iba a terminar su día peor aún que yo; alguien de mi equipo que durante tres años ha tratado, dentro de sus posibilidades, de ayudarme a aterrizar allí dónde yo me había propuesto llegar a nivel profesional. Hoy tocaba tomar aceite de ricino en el desayuno y parecía que el gris del cielo acompañaba sincronizadamente a los colores pardos propios de lo que tocaba asumir en este día.

La impresora se ha empeñado en alinear cartuchos de impresión cada vez que escupía una copia, mis compañeras en Italia estaban de vacaciones y no he conseguido una información necesaria para realizar un trámite fiscal, he discutido con la consultora que nos lleva los asuntos societarios por su estúpido empeño en pedir provisiones de fondos cada dos días, tres personas claves a nivel organizativo se han enfadado conmigo porque he modificado sus nóminas para adaptarlas a la legalidad, dos personas han decidido presentar su baja voluntaria para dentro de 15 días y los proveedores se me han echado encima porque las transferencias previstas para ayer no han podido hacerse hasta esta mañana.

A última hora de la mañana, le estaba contando a alguien muy apreciada que, por razones organizativas, la empresa había decidido no renovar su contrato y, tras mucho esfuerzo por adaptarse a todo lo que le he pedido hasta ahora, no me quedaba otra que prescindir de su motivación y de su alegría innata.

Una vez pasado el mal trago, un directivo de mi compañía, ha decido usar mi coeficiente intelectual para buscarle vuelo para un viaje que tenía que hacer el domingo a última hora de la noche....despiste que alguien tenía que solventar rompiendo su planificación para facilitarle el traslado fuera como fuera.

A  las ocho de la noche, las cartas de circularización de la auditoria han quedado sin hacer encima de una mesa caótica escoltadas por otros papeles que varias personas iban dejando en mi bandeja de entrada laboral.

Como cada viernes, he bajado con unos compañeros a tomar una copa acompañada de sonrisas y chistes sexuales (es lo que tiene trabajar rodeada de hombres) para resarcime de una semana propia de la familia Monster...para tratar de buscarle ese punto positivo a una montaña de sensaciones de frustración y de cansancio; una goma de borrar que elimine de mi memoria cinco días intensos de sinsabores que se han culminado con las obligaciones más ingratas que mis responsabilidades conlleva.

De vuelta a casa pensaba en lo fácil que sería tener un Ctrl+Alt+Supr para estos días en los que, incluso una vez pasados te queda aún el duro sentimiento de echar de menos a esos bichitos que, de vez en cuando, descubres trepando por la pared de tu salón y que, de forma inocente, saben quitar hierro a todas tus tristezas llevando un poco de alegría a tu corazón cansado.

Hoy deseo formatear al menos la RAM y desfragmentar el disco duro para que, la poca información positiva guardada que queda, esté almacenada junta y yo tenga la sensación de que, lo poco bueno que ha habido  en estas 24 horas, parezca que ocupa más que si estuviera desperdigada.


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